La besé sin que ella lo esperara, sorprendida abrió mas sus ojos pardos, y sin alejar sus labios de los mios susurró “No olvides que soy casada”. Luego, cuando creí que me alejaría de ella, puso sus manos en mi cara y ahora ella me besó.
Después de aquel beso, bajó su mirada y dijo “No es justo ni para tu pareja, ni para la mía”. Recogió del suelo los papeles que había dejado caer momentos antes, y se fue. Yo me quedé mudo con lo que dijo, sólo pude reaccionar al verla irse, pero no me salieron palabras, no supe qué decir...
domingo, agosto 08, 1999
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