Estaba en una especie de guerra civil, se escuchaban disparos, yo caminaba medio agachado, las calles eran de tierra, estaba empezando a oscurecer.
Me acerqué en cuclillas a un quiosco, le pido a la mujer que estaba ahí un cigarrillo, que después despierto me di cuenta que era la Sandra, me miró extrañada, y le pedí fuego para encenderlo.
Yo no podía aspirar para prenderlo, así que e acercara por el lado del quiosco, la puerta, para que me prendiera el cigarro ella.
Ella me miró, y me quiso dar una moneda de $500, la cual yo no acepté. Luego un billete de $1.000, que tampoco acepté. Y luego un billete de $5.000, que tampoco acepté. Y luego un billete de $10.000, que tampoco acepté.
Molesto le dije que yo sabía que era lo que estaba tratando de hacer y que yo no creía en esas cosas...
Me siento en el suelo, apoyado en una reja de fierro que estaba justo al frente del quiosco. De repente, apenas abro los ojos, como cansado, apenas, el cigarro casi todo consumido solo.
Se acerca la mujer, corriendo agachada, y me dice - "Mira lo que hizo el jefe”-
y veo que como a una cuadra de distancia se estaban poniendo en una fila a lo largo de la reja varias personas...
Me paro como puedo y empiezo a caminar, me siento mareado, sin fuerzas, casi arrastrando los pies, al llegar al lado de esas personas me doy cuenta que habían puros conocidos, los primeros que estaban eran el Richard, Paula y la Aylen...
El Richard le dice a la Aylen: "Mira, el tío" y me apunta donde estoy.
La niña se acerca a mí, pero yo me tiro, y cuando me tiro, observo por primera vez en tercera persona, que tengo mi espalda llena de sangre desde el hombro izquierdo hasta la cintura, trato de pararme y al pararme me arrodillo y miro en la tierra que había sangre, mi sangre, me miro las manos y las tenía con sangre y tierra, me las trato de limpiar con la ropa,
y se acerca la Aylen y me abraza, apenas siento sus bracitos rodeándome, me pongo a llorar porque comprendo que me estoy muriendo y sería la última vez que la vería, al mismo tiempo, me salgo de mi cuerpo y voy subiendo sobre mí, mi alma o algo así, miro que la niña me sigue abrazando y sigo sintiendo sus bracitos, y sigo llorando...
desperté llorando sintiendo el abrazo y el dolor en el hombro y la espalda...
jueves, febrero 12, 2004
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