Las mañanas y las tardes son mías
pero tienen un final.
No es eterna la vida,
lo sabré al no despertar.
Ya no podré luchar
creyéndome que mañana cambiará,
y lo que podré terminar.
Más allá de lo que alcanzo a escuchar.
Sé que hay un susurro,
y me da fuerza.
Me envuelve un aire de optimismo...
lunes, abril 07, 1997
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