viernes, julio 23, 1999

Sueño 2

- Es difícil escribir ésto, sabiendo que tal vez no pueda borrarlo después para que nadie se entere del miedo que me embarga ahora, o en estos días.
Bueno todo comienza porque tengo miedo de saber que la próxima persona que muera sea yo o alguien muy cercano a mí, bueno, ojalá que sea yo. Tengo mucho miedo, esta semana me ha acosado esta idea, creo que demasiadas veces, pero no sé ni siquiera por qué. Creo que es por el estúpido sueño que ya mencione alguna vez entre estos papeles.
Solamente quiero decir que estoy consciente de que con mis actitudes he hecho sufrir a demasiada gente, ojalá sepan disculparme por ello. Quiero que sepan que todo lo he hecho porque, en ese momento, pensé que era lo mejor.
Desperté asustado por la música, me levanté y fui al living donde estaba el equipo y me di cuenta que había un niño corriendo en el comedor. Me senté en el sillón grande y apreté el botón para apagar el equipo. El equipo no se apagó. Traté de apagarlo desenchufándolo y no se apagó. Tomé los cables de los parlantes y los tiré mientras sentía que intentaban que no lo hiciera dos niños tirándome hacia atrás. Tiré unos manotazos, pero me seguían tirando la ropa, ahora tres niños. En mi desesperación, desperté.
Simbología: asustado (o susto), anuncio enfermedad o accidente. Música, situaciones desordenadas. Living (silla), incumplimiento de obligaciones y desperdicio de oportunidades; (sillón), hay importante cargo o nombramiento a futuro. Niño, cosas buenas para el futuro. Desesperación (rabia), existencia enemigo oculto que se encuentra dentro del circulo.
Conclusión: La música indica situaciones desordenadas que necesitas controlar, motivado por el susto que más adelante no logres mantener el control y que la situación toque fondo. El susto que sientes anuncia enfermedades pero en el sistema nervioso, es una advertencia, tal vez, las que ya tú intentas apaciguar la música que es la que gatilla el desorden y las niñas que son símbolos de buen augurio, se oponen a que apagues la música. Es decir, las niñas te dicen que permitas que la situación toque fondo, no sigas controlándola, y en el desastre podrás construir cosas nuevas, con la experiencia adquirida en saber analizar un enemigo oculto, conocido, intimo, que puede ser quien provoca el desorden en tu vida.

miércoles, julio 14, 1999

Historia

Nunca pensé que lo encontraría, sentado en la arena húmeda de aquella playa, solo, como si esperara respuestas en alguna de las olas que casi llegaban a sus pies. O tal vez, simplemente, que por dentro lo mataran lentamente.
Lo había buscado toda la mañana. Quería, al menos, tratar de ayudarlo.
Sus ojos estaban perdidos en alguna parte, su mirada inundada con las lágrimas que se sumaban a las que ya estaban secas en su rostro. Sentado, abrazándose las piernas, no sé si por el frío o para creerse que estaba vivo.
Mientras me acercaba, lentamente, para poder pensar lo que diría cuando me detuviera a su lado. Ni siquiera hizo algún gesto, no me atreví a preguntarle cómo estaba, en cierta medida lo adivinaba.
Me senté junto a él. No sé cuanto tiempo pasó, un par de horas quizás, sin que él dijera algo. O que yo pensara en algo que no fuera inútil. Todo aquel silencio me desesperaba porque me hacía sentir más inútil todavía.
Después, como si nada, empezó a murmurar algo. Tuve que acercarme para poder entenderle, hablaba muchas cosas que no tenían sentido para mí.
- Un día empecé a caminar al salir del trabajo, no quería llegar a casa. Caminé y no me detuve hasta que el cansancio hizo que buscara un asiento. Así que me senté en una de esas bancas que están en el parque.
Pasaron varios días y me dieron ganas de ir otra vez. Un rato después que ya estaba sentado en el mismo asiento, ella llegó caminando rápido hasta llegar a uno de los asientos que estaba al lado de uno de los árboles. Me miró, y luego bajó su mirada, solamente la levantó cuando al irse miró por última vez el árbol.
Esa fue la primera vez que la vi, desde aquel día cada vez que podía iba al mismo parque, sólo para esperar si llegaba ella.
Parecía pensar mucho, mientras miraba aquel árbol, también venía del trabajo porque vestía formal,
... Después de todo eso, me tiro a la cama donde estaba ella, y me dice - éste no es un maldito trampolín. Yo no le tomo atención y meto mi polla en su coño mientras ella levanta la cadera para adaptarse a mis movimientos. Se aprieta los pezones con fuerza emitiendo gemidos.
Ella dice que me salga, entrecortadamente. - ¡Qué!, Gruño mientras le estoy chupando sus tensos pezones.
- ¡Que te salgas, maldita sea!
- ¡Qué mierda quieres ahora!, Le gruño nuevamente mientras hago cada vez más lentos mis empujones. Hasta que al final, me enderezo todavía con mi polla dentro. Ella pone un cojín bajo su cabeza. - Es un final muy desagradable, digo.
Ella enciende la luz y yo le amenazo con que me voy a vestir, para irme. Se pone el cojín sobre la cara y murmura algo que no alcanzo a escuchar, creo que se va a largar a llorar.
- ¡Crees que me excita tener sexo sin las debidas precauciones!, Grita casi histérica.
Me pongo el maldito condón después le tomo la cabeza por la nuca y la obligo a mirar.
- ¡Lo ves, estás contenta, ahora terminemos con ésto!...
Después me fui sin hablarle, ya estaba bastante apestado como para quedarme a tratar de entender que le pasaba.

miércoles, julio 07, 1999

Siete de julio

Hoy es siete de julio. Hoy está de cumpleaños la Toya, mi abuela, siempre lo recuerdo, como también recuerdo que hablábamos mucho cuando me quedaba en su casa los veranos.

Lo malo de todos estos recuerdos es que también, inevitablemente, recuerdo lo que pasó el ocho de julio. Ella... se me fue, mi Toya, falleció. Casi no me recuerdo, pero debe ser por las tantas veces que quise olvidar ese momento que poco a poco lo estoy logrando. Recuerdos que pasan rápidamente por mis sentidos, ¿por qué?, Bueno, porque veo imágenes, y también vuelvo a sentir la impotencia que sentí en ese momento, cuando me di cuenta que ya se me iba, no encontré las palabras que dicen algo tan simple como “te quiero Toya...”, yo me vi abandonado en un momento así, impotente, con rabia de no poder hacer nada. Quizás con rabia de no haber hecho lo que yo pensaba que se tenía que hacer en esos casos. Creo que no he mencionado que falleció de un ataque respiratorio a sus 62 años. Después que se la llevaron al hospital mis padres, me culpé de no haber hecho algo, me fui a la pieza de ella y recé como nunca lo había hecho, como nunca más volveré a hacerlo. Me inundaban las lágrimas de la rabia y el miedo que sentía en ese momento, entendí que no la volvería a ver más con vida. Traté de lavar la loza que había quedado en el comedor, pero no pude, volví al dormitorio a rogarle a dios para que me dejara despedirme de ella, tan solo quería decirle lo mucho que la amaba. Tal vez, por eso nunca más le volví a pedir algo, nunca más le tuve fe.

Al rato después llegó la Ximena, mi prima, le dije lo que había pasado así que se fue a la casa de ella a dar aviso. Después llegó mi tío Andrés, también le dije lo que paso, así que fue con mi tía al hospital.
Después de un tiempo, que no sabría decir cuanto transcurrió, llegó mi tío Andrés con mi tía Eliana, que al llegar a la puerta se largó a llorar, fue cuando el tío nos dijo “la Toya falleció”. Yo me miré con la Ximena, un silencio, y reaccioné diciéndole a la Ximena que le trajera agua a la tía.
Mi tío Andrés salió para ir a avisarles a los demás. Luego de un rato, llegaron mis padres, yo abracé a la Maggie, y el viejo nos dijo que “se murió la Toya...”. Yo ya lo sabía, pero más preocupaba mi vieja, que se me aferró como nunca lo había hecho, la llevé adentro de la casa para que tomara un poco de agua.
Me acuerdo que el Claudio llegó después de un buen rato, al entrar a la casa me miró, se acercó a mí y me abrazó fuerte y lloró en mis brazos. Yo no sé porque no lloré también, sólo atiné a abrazarlo también y nada más.

No me acuerdo lo que pasó después ese día. Tengo un vacío de lo que pasó hasta el día en que la fuimos a dejar al cementerio. Recuerdo que estaban enterrándola, yo estaba al lado de la Maggie, en un momento pensé que se iba a desmayar, pero no lo hizo, pero si empezó a preguntar que estabamos haciendo ahí. Me asusté, le dije a mi tía que viera a la Maggie, pero ella no reaccionaba, no entendía qué estabamos haciendo. Luego, en el auto devuelta ya a la casa, como que volvió en sí. Recuerdo que no lloré ese día, creo que fue porque ya no sacaba nada y ya había llorado mucho el día en que se fue. Creo que no he sentido ese dolor tan fuerte dentro.

Una noche, al tiempo después de que todo había pasado, soñé que la Toya entraba a las piezas y prendía la luz de la mía, yo al despertar por la luz y al verla me acerqué, le pregunté cómo estaba (en el sueño yo sabía que había fallecido), ella respondía que estaba bien pero que lamentaba haberse embarrado las medias y el vestido blanco que traía puesto (esa noche había llovido). Yo le volvía a preguntar si estaba bien en donde estaba, ella me respondía que no me preocupara, que ahora estaba super bien. No recuerdo más de ese sueño, pero si soñé varias veces más con ella en los meses que siguieron.
Recuerdo que le prometí ir a verla por lo menos una vez al mes, pero de apoco fui rompiendo mi promesa, ahora último hace como tres meses que ya no voy. Me da lata porque no me gusta romper con mis promesas, pero me contento con que ella sabe que me acuerdo todavía de ella más o menos seguido.