miércoles, julio 14, 1999

Historia

Nunca pensé que lo encontraría, sentado en la arena húmeda de aquella playa, solo, como si esperara respuestas en alguna de las olas que casi llegaban a sus pies. O tal vez, simplemente, que por dentro lo mataran lentamente.
Lo había buscado toda la mañana. Quería, al menos, tratar de ayudarlo.
Sus ojos estaban perdidos en alguna parte, su mirada inundada con las lágrimas que se sumaban a las que ya estaban secas en su rostro. Sentado, abrazándose las piernas, no sé si por el frío o para creerse que estaba vivo.
Mientras me acercaba, lentamente, para poder pensar lo que diría cuando me detuviera a su lado. Ni siquiera hizo algún gesto, no me atreví a preguntarle cómo estaba, en cierta medida lo adivinaba.
Me senté junto a él. No sé cuanto tiempo pasó, un par de horas quizás, sin que él dijera algo. O que yo pensara en algo que no fuera inútil. Todo aquel silencio me desesperaba porque me hacía sentir más inútil todavía.
Después, como si nada, empezó a murmurar algo. Tuve que acercarme para poder entenderle, hablaba muchas cosas que no tenían sentido para mí.
- Un día empecé a caminar al salir del trabajo, no quería llegar a casa. Caminé y no me detuve hasta que el cansancio hizo que buscara un asiento. Así que me senté en una de esas bancas que están en el parque.
Pasaron varios días y me dieron ganas de ir otra vez. Un rato después que ya estaba sentado en el mismo asiento, ella llegó caminando rápido hasta llegar a uno de los asientos que estaba al lado de uno de los árboles. Me miró, y luego bajó su mirada, solamente la levantó cuando al irse miró por última vez el árbol.
Esa fue la primera vez que la vi, desde aquel día cada vez que podía iba al mismo parque, sólo para esperar si llegaba ella.
Parecía pensar mucho, mientras miraba aquel árbol, también venía del trabajo porque vestía formal,
... Después de todo eso, me tiro a la cama donde estaba ella, y me dice - éste no es un maldito trampolín. Yo no le tomo atención y meto mi polla en su coño mientras ella levanta la cadera para adaptarse a mis movimientos. Se aprieta los pezones con fuerza emitiendo gemidos.
Ella dice que me salga, entrecortadamente. - ¡Qué!, Gruño mientras le estoy chupando sus tensos pezones.
- ¡Que te salgas, maldita sea!
- ¡Qué mierda quieres ahora!, Le gruño nuevamente mientras hago cada vez más lentos mis empujones. Hasta que al final, me enderezo todavía con mi polla dentro. Ella pone un cojín bajo su cabeza. - Es un final muy desagradable, digo.
Ella enciende la luz y yo le amenazo con que me voy a vestir, para irme. Se pone el cojín sobre la cara y murmura algo que no alcanzo a escuchar, creo que se va a largar a llorar.
- ¡Crees que me excita tener sexo sin las debidas precauciones!, Grita casi histérica.
Me pongo el maldito condón después le tomo la cabeza por la nuca y la obligo a mirar.
- ¡Lo ves, estás contenta, ahora terminemos con ésto!...
Después me fui sin hablarle, ya estaba bastante apestado como para quedarme a tratar de entender que le pasaba.

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