El teléfono, la tv, la pared, mire a todos lados a mí alrededor y todavía no entiendo nada. Tener todo, todo y no lo quiero, no quiero nada. Por lo menos esta vez, voy a tratar de poner un poco de plata en el banco, para largarme y así no tener que esperar el estar solo para poder llorar tranquilo, que no me moleste la presencia de los demás, de nadie.
Sólo quiero largarme y no sé adónde, mucho de todo ésto está en mis ganas de hacerlo, y al final, como siempre, como muchos, no hago nada para que cambie. Yo, me estoy muriendo por dentro, siento que me explota el pecho. Una angustia que me está matando, y que a pesar de lo mal que me siento puedo cínicamente hacer como si nada me pasara. Puedo mentirles a los demás, que sólo es por un dolor de cabeza y nada más...
Creo que en este sillón lloraré simplemente como un estúpido, tratando de convencerme que me puedo desahogar, que puede salir de mi mente toda la basura que tengo dentro. Por momentos, me siento un poco mejor, y siento un poco de tranquilidad entre los sollozos que se alargan más de lo que esperaba.
Quisiera caminar lejos, creo que es lo que voy hacer ahora mismo. Salgo a la puerta que da a la calle y miro a los dos lados como para decidir a que lado ir. Pero esta decisión me está tomando demasiado tiempo y me empiezo a desesperar. Cierro los ojos para no pensar en ello y caminar hacia el lado que mire primero, los pies van donde miro primero y hago lo mismo el resto del gran paseo que estoy dando. Antes de salir había sacado mi walkman del velador junto con unas cintas que todavía no sé de qué son. Una de ellas es de unas grabaciones que hice de la radio en el mismo walkman, y la otra de unas selecciones que hice de mis cassettes originales, creo que tiene un poco de Nirvana en umpluged (como para subir el ánimo), mucho de los Depeche Mode, y para variar, algunas de las canciones lentas de Prince, que encuentro geniales y que por cierto todavía no traduzco.
Cuando me doy cuenta estoy llegando a la que llaman ahora Centro cultural Mapocho y que hace mucho tiempo atrás no era más que una estación de trenes. Creo que llevo caminando un poco menos de una hora porque camino más o menos rápido, eso lo sé porque en recorrer esta distancia el micro se demora cerca de veinte minutos. El ruido empieza a molestarme, y aquí es demasiado, así que camino por una de las orillas del gran río que parte esta ciudad, y aunque ya veo venir que finalmente voy a terminar acostado en el pasto del parque Forestal, no lo evito...
Aquí recostado, mirando las ramas de los árboles que casi ya no tienen hojas porque las van dejando caer sobre el pasto seco. Es un poco incomodo el estar aquí, en verano parece que no molestara el pasto bajo el cuerpo. Aún así, me quedo un buen rato, creo que todo sería mejor si me enterrara bajo el pasto.
Al despertar, con el walkman a todo volumen tocando Everybody Hurt de los REM, me estiro sobre el pasto y suena por lo seco que está. Unas lágrimas secas me molestan en la cara y me las limpio rogando que no quede manchada como cuando las minas se ponen llorar y les queda todo corrido el maquillaje.
Caminando de un lado a otro. Las calles parecen todas iguales, las calles llevan a algún lado. Solamente que quisiera saber, ¿a dónde lleva ésta?.
Paro en alguna esquina cuando el semáforo ilumina el rojo. Mientras espero, me parece verme convertido en una hormiga tratando de cruzar la avenida antes de que la luz del semáforo cambie de color.
La gente empieza a empujarme casi atropellándome cuando la luz cambia a verde, estaba estorbando la carrera contra el tiempo, las personas vagan por ellas sin ver a nadie, no sé por qué me quejo, si tampoco me importan. Así que, vuelvo a caminar, doy algunos pasos y me siento perdido, pienso en lo que había imaginado y me pregunto si lo hubiera logrado. Después de todo lo que importa es el aquí y el ahora. Hay que vivirlo porque después no importará. Total, nuestra existencia peligra por la destrucción ambiental, ahora tomar un baño de sol es tan arriesgado como el sexo sin protección. Al final, eres un perdedor y no te das cuenta, no tienes nada que perder porque eres pobre, vives con tus viejos, trabajas extra para pagar las deudas que te dejan el montón de tarjetas de crédito que tienes. La vida es solamente inconformismo, trato de sobrevivir en un mundo que no lo permite. O tal vez, ¿será que yo no lo permito? Quizás, me quiero morir y no me doy cuenta...
domingo, octubre 04, 1998
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1 comentario:
Buen relato.
Muchos pensamientos en una sola entrada, muchas cosas pasan por tu mente...
ojalá que no pienses en morirte, creo ue no está en ti esa mediocridad, o no?
Fuerza!!
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